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Una epidemia en la India que mata sólo a las mujeres

Publicado: 2014-10-21

A pesar que en 2012 se promulgó en la India una ley más dura contra la violación sexual, prometiendo procesos más rápidos, juicios más cortos y mayor facilidad para que las mujeres acudan a denunciar ante las autoridades, este delito está en aumento y se ha vuelto una epidemia. 

La Oficina Nacional de Registro de Delitos de (NCRB) en la India señala que cada día 93 mujeres son violadas en el país. Ha habido un aumento significativo en el número de violaciones denunciadas en la India -de 24.923 en 2012 a 33.707 en 2013. Por ejemplo, Nueva Delhi su capital, continua siendo la ciudad más insegura, donde el número de violaciones se ha duplicado, pasando de 585 en 2012 a 1.441 en 2013. Delhi es seguida por Mumbai (391), Jaipur (192) y Pune (171) entre las principales ciudades inseguras en el país.

El caso de las dos jóvenes colgadas de un árbol, después de ser violadas, es muy conocido en las redes sociales y en los titulares de noticias de todo el mundo. Sin embargo, son muchos más los casos que ni se denuncian, ni se conocen, y los que se denuncian casi nunca terminan en condena. Personas expertas señalan que la menor tasa de condenas es una de las razones que genera el aumento de los casos de violación. En definitiva, nada ha cambiado para las mujeres.

Se dice que India es el feudo de los violadores. Un feudo, donde distintos factores de opresión (patriarcado, sexismo, corrupción, pobreza, analfabetismo, etcétera) se interseccionan con las diversas identidades habitadas de las mujeres, por su condición de género, por la edad, por su condición económica y por la casta a la que pertenecen, causando una cuádruple discriminación.

Cuando el señor Sohan Lal, desesperado, fue ante la policía para denunciar la desaparición de su hija, le conminaron a decir de qué casta era. Después de afirmar que era de la casta baja Shakya, los agentes se burlaron de él y se negaron a atenderle. Más tarde, la hija del Sr. Lal de 12 años y su prima de 14, fueron encontradas colgando de sus bufandas en un árbol de mango en Katra Sadatganj, en el estado de Uttar Pradesh. Habían sido violadas. Su hija había sido vista por última vez con un grupo de hermanos de la casta Yadav, que es la casta dominante en el pueblo.

A partir del proceso de colonización en la India las castas más bajas, especialmente la población dálit, fueron violadas sistemáticamente por las castas consideradas superiores. Y aunque una mejor protección legal, la urbanización y la movilidad social contribuyeron a reducir la discriminación basada en la casta, ha sido insuficiente. Por ejemplo, las mujeres dálits están en condición de mayor vulnerabilidad ante las violaciones en grupo. Y aunque no se tiene datos actualizados al respecto, un análisis de las estadísticas del crimen en Uttar Pradesh en 2007 de la Unión Popular para las Libertades Civiles señaló que el 90% de las víctimas de violación fueron mujeres dálits.

Ante uno de los casos más sonados de violación, el de una mujer de 23 años de edad, de la casta baja Kurmi, que murió después de ser violada y atacada con una barra de hierro por cinco hombres en un autobús en movimiento, no se mencionó en el debate la identidad de castas, ni la opresión de la jerarquía social patriarcal que subyace en este tema. Por ejemplo, aun se espera que el primer ministro Narendra Modi haga una condena pública de la violación y asesinato en Katra Saadatganj.

La organización social por castas -real y plausible aunque prohibida-, la desigualdad social y la jerarquía machista esconden las violaciones sexuales en el espacio público. "Usted no ha experimentado realmente la tierra hasta que haya experimentado las mujeres dalit" es un dicho popular entre los terratenientes Jats, grupo poderoso que a pesar de ser de casta baja, están por encima de la población dálit.

En el caso de Katra Saadatganj nadie puede negar que la condición de casta funcionó. Basta con leer los nombres de los hermanos acusados (Pappu Yadav, Awadhesh Yadav y Yadav Urvesh) y del jefe de la comisaría (de Ram Vilas Yadav), todos pertenecen a la misma casta.

Violar el cuerpo de las mujeres es un arma para dejar claro el poder que tiene el dominador frente al dominado. Asha Kowtal, activista dalit señala que la "violación es un arma para silenciar a las afirmaciones de la comunidad. A manera de enseñarnos una lección. Para mostrarnos, incluyendo a nuestros hombres, que son impotentes y no pueden proteger a sus propias mujeres ".

Evitar la indiferencia ante las violaciones sexuales no significa difundir las imágenes terribles de los cuerpos colgando en los medios y en las redes sociales, porque es también una forma de atentar contra su dignidad, sino reconocer y evidenciar los verdaderos factores de opresión que subyacen en esta epidemia, y generar a partir de allí estrategias, programas y políticas que den soluciones estructurales a esta realidad. Se precisan leyes integrales no separadas (Ley de Prevención de Atrocidades, Ley de Delitos Sexuales), instituciones y funcionariado formado y concienciado en la gestión de las múltiples discriminaciones que erradique la cultura de la complicidad, acciones rápidas frente a las denuncias, atención médica y legal, tribunales especiales son fundamentales.

La comprensión de esta realidad y su erradicación en la India será limitada hasta que no se evidencie y reconozca que operan en ella diversos factores de opresión que refuerzan la prevalencia de la violencia sexual contra las mujeres en el país. Sobre todo, la organización social por castas, que agudiza la violación en la India. Sin duda, no es una tarea fácil para el actual gobierno que ha prometido una India más segura para las mujeres.

Existe una condición imprescindible para erradicar la violencia sexual, que ni el gobierno ni los estamentos sociales indios están tomando en cuenta, y es la expresada a viva voz por el movimiento de mujeres en la India: que si bien el fortalecimiento de las medidas para proteger a las mujeres demuestra una voluntad política para condenar a los violadores, no basta sólo con protegerlas de los hombres que las violan, sino promover que los hombres dejen de tener el impulso de la violación. La única manera es impulsar un proceso educativo y de concienciación a gran escala, que promueva prácticas de valor, igualdad, respeto y reconocimiento de los hombres hacia las mujeres, de la misma manera que lo harían con un miembro de su propio sexo.


Escrito por

Sara Cuentas Ramírez

Periodista, investigadora social y feminista descolonial


Publicado en

Descolonizar

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